viernes, 14 de octubre de 2011

Comunicación HOMBRE- MUJER Según la teoría psicológica de Pilar Sordo

UNIVERSIDAD NACIONAL DE SAN JUAN

FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES

CATEDRA: INVESTIGACION EN COMUNICACIÓN

Comunicación

HOMBRE- MUJER

Según la teoría psicológica

de Pilar Sordo

AUTORA: ROSA JORGELINA JORDÁ LEOTTA

2011

INDICE

Problema 3

Marco Teórico 5

Objetivos 11

Método 12

Resultados 13

Análisis e Interpretación 23

Conclusión 26

Anexo/Test 28

Bibliografía 32

Problema :

Actualmente nos encontramos en una sociedad donde hombre y mujer buscan constantemente aceptarse de forma igualitaria. Hace años que la mujer a través de múltiples luchas está conquistando terreno en el ámbito laboral y esto provoca mayor ausencia en el hogar. Las universidades, medios de comunicación y estrategias empresariales están empapados de ideologías feministas que no responden a la complementación de hombre- mujer sino que solo se centran en la autosuficiencia femenina y eliminar el machismo afianzado por antiguas generaciones. Esto ha repercutido de tal forma en la sociedad que la mujer ha llegado a perder su esencia femenina por lograr alcanzar la igualdad con lo masculino. El conflicto surge cotidianamente en las actitudes que se llevan a cabo en el habla comunicativo, allí el hombre quisiera entender más a la mujer y ella quisiera que el hombre actúe de tal forma y no de otra, justamente este hecho es consecuente del pensamiento igualitario. A pesar que los estudios de la complementación hombre – mujer es estudiado desde hace años por movimientos desde una visión positiva. Aun no se le ha dado gran importancia al valor de la complementación hombre-mujer y también se ha dado lugar a distorsiones de conceptos feministas originales como es el caso de la primer feminista Simone de Beauvoir, quien dio respuesta a las necesidades de la mujer de una época muy diferente a la nuestra.

Muchas mujeres solas, madres solteras, hombres que abandonan a sus mujeres, pocos hijos, el estrés común de pertenecer a la sociedad de consumo, la angustia de afrontar un futuro como pareja, son síntomas del resultado de un proceso que toma aproximadamente 30 años y que ha llevado a que la sociedad haya cambiado y que hoy, con elementos hasta de geopolítica, se busca revertir, tratando de favorecer que haya más matrimonios, que aumente la natalidad, que el país quiebre la curva de envejecimiento. Obviamente, casarse, tener hijos y formar en ellos personas seguras afectivamente con un ambiente social que ofrezca igualdad de oportunidades, son caminos coincidentes para que el país se mantenga en el tiempo mayor calidad de vida.

Actualmente cuando se habla de distinguir sexos es discriminación y se mal interpreta a la mujer en calidad inferior del varón, muchos de estas visiones que solo buscan la igualdad, se basan en la teorética general de Foucault “quien determinaba que las únicas fuerzas activas son el poder, el discurso y el cuerpo para definir los causales de tal diferenciación sexualidad, que la sexualidad es un constructo social, que opera en campos de poder, y no meramente un abanico de impulsos biológicos que se liberan o no se liberan.

La prensa internacional nos informa que, hace algún tiempo, se ha inventado un nuevo modelo de vida, que no radica en la recíproca complementariedad entre el varón y la mujer. Algunos apoyan la existencia de cuatro, cinco o seis géneros según diversas consideraciones: heterosexual masculino, heterosexual femenino, homosexual, lesbiana, bisexual e indiferenciado. De este modo, la masculinidad y la feminidad —a nivel físico y psíquico— no aparecen en modo alguno como los únicos derivados naturales de la dicotomía sexual biológica. Cualquier actividad sexual resultaría justificable y evita un reconocimiento de la propia identidad masculina-femenina.

Observamos frecuentemente en matrimonios que esposo-esposa tienen muchos conflictos al comunicarse y hasta una simple conversación sobre un tema cotidiano del hogar puede terminar en las peores discusiones porque no se llega al objetivo final de la comunicación que es la comprensión, como lo dice su significado en latín comunicar es “llegar a la comunión”. No hay un reconocimiento de la identidad masculina- femenina y esto provoca una resignación por ambas partes. En el caso de la Mujer normalmente no se siente escuchada, valorada y con mucha carga sobre sus hombros. El hombre siente que la mujer siempre quiere cambiarlo, se siente vigilado y huye en el solitarismo. Estas hechos diarios tienen un fundamento en la esencia de cada sexo, por lo tanto como comunicador social no solo se debe centrar en los estudios masivos sino también aportar herramientas para una efectiva comunicación cara-cara, hombre-mujer, socia-socio, jefe-secretaria y en este caso especialmente esposo-esposa.

Marco Teórico

Proceso básico de toda comunicación

Es necesario para éste estudio sobre comunicación de hombre-mujer, se esboce lo que se considera comunicación y el proceso básico que ocurre dentro de todo proceso comunicativo.

La palabra comunicación viene del latín communis, común de aquí se deriva que quien comunica desee establecer una comunidad de información con otro receptor. En la comunicación se ubican – generalmente – tres elementos principales: la fuente, el mensaje y el destino. Al “iniciar” un proceso comunicativo la fuente es la parte que emite el mensaje y el destino es la parte que recibe el mensaje. Para que ambas partes comprendan el mensaje deben tener un código en común; la fuente debe de codificar y el destino descodificar.

La comunicación humana, sin embargo es más compleja que la transmisión mecánica de mensajes. Los seres humanos se comunican de varias formas de ahí que la comunicación sea concebida actualmente como dinámica, significando que ambas partes en el proceso de la comunicación continuamente comparten, formulan, envían e interpretan numerosos mensajes durante la interacción; afectados por la significación compartida dentro de un contexto cultural. Lo subjetivo afecta la forma de recibir y transmitir mensajes. Parto de una experiencia de la vida cotidiana: las palabras no significan lo mismo para unos que para otros. El significado es variable en cada hablante, por ejemplo la expresión : “No me pasa nada “ será interpretada según las competencias de hombre y mujer en forma diferente.

Se considera generalmente, teniendo en cuenta el esquema de Jakobson que “la comunicación es efectiva cuando reúne características, tales como: que el mensaje que se desea comunicar llega a la persona o grupos considerados apropiados para recibirlos; que la consecuencia de la comunicación es el cambio de conducta esperado en el receptor; cuando no es unilateral, sino que estimula la retroalimentación al mensaje enviado (mensaje de retorno), la coherencia entre el lenguaje verbal y el corporal, y cuando se ha escogido el momento, las palabras y la actitud apropiada. Se dice entonces que la comunicación es exitosa cuando el emisor y el receptor (fuente y destino) alcanzan un entendimiento mutuo en cuanto al tema discutido y que ellos pueden no haber concordado acerca del mérito en cuestión, pero si convinieron acerca del significado del mensaje”

Cuando el mensaje está orientado hacia el destinador o emisor, se produce una función emotiva. Son marcas de ella la primera persona, las interjecciones y la abundancia de adjetivos. Esta función también es conocida como expresiva. Cuando el mensaje está orientado hacia el contexto, se produce una función referencial. Son marcas de ella la tercera persona y la preeminencia de sustantivos. Esta función también es conocida como informativa. Cuando el mensaje se orienta hacia el destinatario, se produce una función conativa. Son marcas de ella la segunda persona y la marcada importancia de los verbos. Esta función también es conocida como apelativa. Cuando el mensaje está orientado hacia el canal o contacto, se produce la función fática que tiene como objeto comprobar si el canal funciona correctamente. Cuando el mensaje está orientado hacia el código, se produce la función metalingüística, es decir, se habla del código mismo. Cuando el mensaje se orienta hacia el mensaje, se produce la función poética, es decir, el mensaje mismo es puesto de relieve.

Estudios de Jhon Gray[1], reflejan que los hombres le prestan más atención al mensaje referencial, en cambio la mujer al emotivo. He aquí que surgen una variedad de conflictos y discusiones sino se tiene la capacidad de interpretar las actitudes masculinas y femeninas.

Feminismo de la diferencia

Pilar Sordo es psicóloga recibida en la Universidad Diego Portales, Chile. Creadora de la investigación “La magia de ser Mujer, La realidad de ser Hombre” que le llevo un tiempo de 3 años y esto permitió la creación del libro “VIVA LA DIFERENCIA[2] . Pilar Sordo en esa publicación dice que la diferencia entre hombre y mujer es más que una inoculada culturalmente. "No es cierto que hombres y mujeres seamos iguales; la verdad es que somos absolutamente distintos "Cuando yo supongo que algo es igual a mí tengo la predisposición a pensar que esa persona actúa igual que yo, piensa igual que yo, siente igual que yo. Y cuando de alguna manera pretendo que esto sea así se generan todas las incomprensiones que conocemos y experimentamos a diario, pues, en realidad, nadie actuará igual a mí, menos aún una persona del otro sexo". (Sordo, 10).

El gran problema es que la sociedad se ha encargado de minusvalorar todo lo femenino y a apreciar todo lo masculino. La autora insiste en la importancia de revertir esta situación, en consonancia con las feministas de la diferencia, como es el caso de la italiana, Carla Lonzi quien afirmaba que "la meta de la toma del poder es totalmente vana". Y la francesa Luce Irigaray consideraba inútil o incluso nocivo empeñarse en obtener la "igualdad". Es imposible, según esta teoría, crear una identidad propiamente femenina, y a la vez destruir el mito de la mujer. Las feministas diferencialistas relacionan la identidad femenina con la teoría de los arquetipos de [3]Jung; es el caso de Esther Harding y de Pilar Sordo

Sin embargo, no se trata de identificar lo femenino con una serie definida de arquetipos fijos, muchos de ellos también construidos por los hombres en su proceso de dominación histórica. El esfuerzo no consiste en buscar una esencia única, una "identidad" femenina. Tal como la "diferencia" (en este caso, de género) no debe traducirse como "desigualdad", la "identidad" es justamente lo opuesto a la "diferencia", por lo que no hay una sola forma de ser mujer. "Las mujeres y los hombres pueden tener idénticas funciones, pero la experiencia de vivir en un cuerpo femenino es distinta de la experiencia de vivir en un cuerpo sexuado masculino" (Sendón de León)

Es justamente el cuerpo el antecedente más primitivo y el origen de la "diferencia", que Pilar Sordo celebra constantemente

Funciones Naturales del Ser Humano: Retener en la Mujer –Soltar en el hombre

Al aplicar el método psicoanalítico de la asociación libre, para ahondar en el inconsciente colectivo, Pilar Sordo descubre que los encuestados relacionan el espermio con los términos rápido, conquista, desafío y soltar (aun cuando es también "egoísta"); mientras el óvulo es vinculado con palabras como solo, dolor, menstruación, espera y retener.

Así también en el ámbito psicológico las mujeres tienden más a retener, mientras el hombre se inclina más por soltar. Retener quiere decir en este contexto "no dejar de hacer algo", mantener, cuidar, no cambiar. Y esta cualidad psicológica radica en una característica del útero, que permite que la mujer genere vida dentro de ella y también en todos los espacios mentales que tienen que ver con lo interno: la casa, las situaciones del hogar, la protección de los afectos. Sin embargo, esto puede hacerse nocivo para ella, puesto que el ser retentiva le impide dejar de hacer algo "independientemente del agobio que le cause". Por ejemplo, ellas suelen sufrir con el "síndrome del nido vacío", cuando los hijos adultos dejan el hogar porque son retentivas y les cuesta "soltar". Mientras, el hombre tiene por naturaleza la tendencia contraria, puede dejar de hacer algo con gran facilidad, porque tiene la capacidad de generar vida fuera de él y tiende más al cumplimiento de objetivos que a mantener lo que tiene

(Sordo, 2637).

“La característica esencial de la mujer es ‘retener’ y la de los hombres ‘soltar’ y de ahí se derivan muchas otras conductas y características propio de lo femenino y lo masculino .

1.El motor para actuar. A la mujer la mueve su vida afectiva, si sus relaciones afectivas están en buen estado, ella también. A los hombres los mueven sus objetivos logrados y las metas propuestas.

2.Proceso y objetivos. Y de aquí se desprende una segunda parte de esta "diferencia": mientras lo femenino valora más el proceso, lo masculino aprecia más los objetivos. Esta cualidad psicológica también tiene una raíz en el cuerpo, que se relaciona con la capacidad femenina de sentir placer de forma no localizada. Como dice Luce Irigaray, máxima exponente del feminismo de la diferencia, "la mujer tiene órganos sexuales más o menos en todas partes". Por eso también el deseo femenino en lo sexual no busca un objetivo, lo que deja perplejo al hombre, porque "desvía la linealidad de un proyecto" (Irigaray, 353354). La mujer aprecia "más y mejor el antes y el después que el durante, que es lo que tiene que ver con la penetración, centrado en un objetivo masculino" (Sordo, 44).

3.Ellos ordenan, separan; ellas juntan, reúnen. Y si no, sólo volteen a ver su bolso, todo lo que se carga “por si se ofrece” está ahí dentro, revuelto. Ellos cargan la cartera en un bolsillo, el celular en otro y el pañuelo en un tercero. Esto es reflejo de la estructura mental, los hombres pueden separar sus emociones perfectamente; para las mujeres es algo más difícil, aunque no imposible. Para ellos, la mujer que tienen al lado es su esposa, la madre de sus hijos, la dueña de la casa, y separan cada papel. Para ellas, él siempre es el mismo y eso es lo que por lo regular genera discusiones en la pareja.

4.Monofocal, multifocal. La capacidad estructural y neurológica es también una diferencia. Se ha descubierto que los hombres tienen la capacidad de concentrarse con mayor facilidad en un sola cosa y las mujeres pueden atender varias cosas a la vez. Esto no es siempre una ventaja porque lleva a las mujeres al agotamiento. Ellas pueden planchar, ver la televisión, y hablar por teléfono al mismo tiempo. Ellos prefieren ocuparse de lleno en una sola actividad, pero mientras más desarrollen su parte femenina, serán capaces de poder hacerlo.

5.Ella habla, él calla. Otra característica distintiva clave que propone la psicóloga es que mientras lo femenino resuelve los conflictos hablando, lo masculino lo hace en silencio. Y esto también tiene una raíz biológica. En la Escuela de Trastornos de la Comunicación de la Universidad de Sydney, Australia, se descubrió que las áreas cerebrales relacionadas con el lenguaje son de un 20% a un 30% más grandes en las mujeres que en los hombres. Además, las zonas que controlan el lenguaje se concentran en el hemisferio izquierdo del cerebro masculino, mientras que en el caso de la mujer se distribuyen ampliamente en ambos hemisferios (Sabbatini, 2000) .

Rhawn Joseph, Ph.D. fundamenta con profusa bibliografía que ellas tienen una mayor variedad de lenguaje y mejor desempeño en las habilidades que tienen que ver con la articulación de palabras. Además, vocalizan más en ámbitos sociales y en relación con su esfera emocional. En los grupos en que departen sólo mujeres, tienden a hablar más y más rápido, sobre todo cuando están en confianza, que en los grupos de pares masculinos. Incluso especifica que las mujeres producen en promedio 4 palabras más que los hombres por cada 5 segundos de diálogo (Joseph, 2000).

Y éstas son "palabras contradictorias, un poco locas para la lógica de la razón, inaudibles para quien las escucha con esquemas ya confeccionados, con un código muy elaborado en la mano". Y esto también tiene un origen fisiológico. Como dice Irigaray, la mujer constantemente vive en un diálogo consigo misma, desde que en el pubis, sus labios están en contacto permanente. "En lo que ella dice, también está constantemente tocándose ella misma. Camina siempre levemente al lado de sí misma con un murmullo, una exclamación, un suspiro, una oración dejada sin terminar" (Irigaray, 353).

Por ello, la conversación femenina, el "parler femme" en términos de Irigaray, es una de las formas de expresión propias de la mujer (Andermahar, 1997, 159). Puede definirse como "una inagotable melopea en la que los temas se hilan unos con otros en un aparente sinsentido". Por eso, el discurso falogocéntrico lo ha identificado tradicionalmente con lo que Platón llamó doxa, es decir, una opinión efímera que no se identifica con la verdad y por lo tanto se aparta del saber y la filosofía. Y esta definición peyorativa se mantiene hasta nuestra era: en 1922, el lingüista Otto Jaspersen definió el lenguaje femenino como: "una deformación del lenguaje de los hombres, porque carece de un vocabulario amplio, de oraciones complejas y de pensamientos

analíticos". (Flores, 1112). Pero su conectividad es ante todo interna.

6.Rabia y tristeza. Este aspecto emocional se explica también con el retener y el soltar. La mujer se entristece para que la consuelen, el hombre se llena de rabia y aleja a todos. Otra diferencia es que la rabia llega fuerte, pero se va rápido; la tristeza es un sentimiento adhesivo, lo que hace que las mujeres no olviden fácilmente.

7.Los tiempos personales. A los varones no les es difícil encontrar tiempo para ellos; a la mujer sí y por eso reclama mucho al hombre cuando está en sus espacios personales y no le ayuda en tareas domésticas o le presta atención. Claro que también a la inversa es igualmente conflictivo, lo importante aquí es que cada uno busque esos espacios para estar solos.

8 Externizar e internizar. Para hablar sobre la felicidad, los hombres internalizan sus logros, las mujeres tienden a externalizar y a hacer responsables a otros de su infelicidad o felicidad, nos cuesta trabajo aceptar los errores. Ocurre lo mismo con el deseo sexual, a nivel cultural, las mujeres tienen la sensación de que ese deseo no es algo que les pertenezca sino que debe ser despertado por el otro.

Tal como en los cuentos de hadas en los que se formaron generaciones de mujeres, Pilar Sordo detecta que usualmente la infelicidad y la felicidad femeninas dependen de otros. En las historias tradicionales, los villanos suelen ser igualmente mujeres, como madrastras envidiosas de la belleza y juventud de la protagonista o hadas despechadas; mientras que los héroes y portadores de felicidad son príncipes azules que las despiertan a un nuevo mundo. Esto hace que "nuestras conductas femeninas estén predeterminadas de una u otra forma por lo que los hombres o un hombre es capaz de generar en nosotras", porque estamos "medio muertas" en la ausencia de ellos. Esto dificulta que una mujer asuma autónomamente su propio destino (Sordo,8289). Y, al contrario que las características anteriores, esta dependencia femenina es heredada de la cultura y no yace en una constitución física.

Como otra consecuencia de lo anterior, el marco de estas fantasías genera en la mujer el pensamiento mágico, que les hace a menudo esperar de la realidad acontecimientos irreales e imposibles, lo que la condena a la infelicidad.

Sordo insiste en una complementación con el sexo masculino más que a una exacerbación solitaria de esta diferencia. Reafirma que el hombre debe aprender de la tendencia femenina a retener, mientras ella debe aprender a soltar lo que le hiere. Sólo así se podrá valorar las diferencias.



[1] Autor del libro “ Los hombres son de venus y las mujeres son de Martes” En sus libros de Gray enseñan que los hombres y las mujeres son intrínsecamente diferentes en su psicología, y que la armonía entre los sexos se consigue mediante el reconocimiento y la aceptación de esas diferencias en lugar de tratar de borrar

[2] Editorial Norma, Best séller, 114 semanas número 1 en el ranking de ventas en Chile y con más de 70.000 ejemplares vendidos en Chile y el extranjero. Elegida Mujer Destacada 2010 por Portal Mundo Mujer Elegida una de las 100 mujeres líderes de Chile 2006 y 2007.

[3] arquetipos de Jung : Anima y animus
Jung pensaba que en realidad todos nosotros somos bisexuales por naturaleza. Caundo empezamos nuestra vida como fetos, poseemos órganos sexuales indiferenciados y es solo gradualmente, bajo la influencia hormonal, cuando nos volvemos machos y hembras. De la misma manera, cuando empezamos nuestra vida social como infantes, no somos masculinos o femeninos en el sentido social. Casi de inmediato (tan pronto como nos pongan esas botitas azules o rosas), nos desarrollamos bajo la influencia social, la cual gradualmente nos convierte en hombres y mujeres.
En todas las culturas, las expectativas que recaen sobre los hombres y las mujeres difieren. Estas están basadas casi en su totalidad sobre nuestros diferentes papeles en la reproducción y en otros detalles que son casi exclusivamente tradicionales. En nuestra sociedad actual, todavía retenemos muchos remanentes de estas expectativas tradicionales. Todavía esperamos que las mujeres sean más calurosas y menos agresivas; que los hombres sean fuertes y que ignoren los aspectos emocionales de la vida. Pero Jung creía que estas expectativas significaban que solo hemos desarrollado la mitad de nuestro potencial.
El anima es el aspecto femenino presente en el inconsciente colectivo de los hombres y el animus es el aspecto masculino presente en el inconsciente colectivo de la mujer. Unidos se les conoce como syzygy. El anima puede estar representada (personificada) como una joven chica, muy espontánea e intuitiva, o como una bruja, o como la madre tierra. Usualmente se asocia con una emocionalidad profunda y con la fuerza de la vida misma. El animus puede personificarse como un viejo sabio, un guerrero, o usualmente como un grupo de hombres, y tiende a ser lógico, muchas veces racionalista e incluso argumentativo.
El anima y el animus son los arquetipos a través de los cuales nos comunicamos con el inconsciente colectivo en general y es importante llegar a contactar con él. Es también el arquetipo responsable de nuestra vida amorosa: como sugiere un mito griego, estamos siempre buscando nuestra otra mitad; esa otra mitad que los Dioses nos quitaron, en los miembros del sexo opuesto. Cuando nos enamoramos a primera vista, nos hemos topado con algo que ha llenado nuestro arquetipo anima o animus particularmente bien.